VIII
Dime que no te espere;
que no rinda homenaje
a tu cuerpo de estatua y a tus ojos.
Dime que no te inunde de espejismos
ni me sienta cubierta
por tu cuerpo desnudo.
Dime que ya no hay mar
y que en mi pecho
no se mecen auroras,
que no navegan dudas por mi vientre
y que se marchitaron
las flores arcoiris de mi pelo.
Dime que no te espere
tras la cuna que mece la distancia.