mientras cierras la noche 15.


XV

Acercaste tu cuerpo
cargado de caricias inmediatas
y sin otra razón
que la palabra ciega de la noche.
Yo fui la flor abierta
que buscaba tu nombre y tu vacío
y me fui deslizando
entre tus dudas
como el ayer absorto que inventamos.

Se descubrieron pétalos y sombras
y la breve fragancia
que rompe el despertar
cuando se aman dos cuerpos tristemente.
No hubo tal vez más besos.

Imaginé un hatillo de esperanzas,
adormecí los sueños descosidos
y me encerré, de nuevo, en la prudencia.