time flies.


Por la mañana soy solo el reflejo 
de sueños que olvidé mientras soñaba
y un ajado vestido de rutinas.

Por las tardes recojo las excusas,
interrumpo la nada y arrincono
la inmóvil soledad en los cajones.

Cuando el sol deja paso a las estrellas
me desnudo de tiempo y busco un claro
para bailar al ritmo de la luna.

Siempre la misma, siempre diferente,
yo soy la que dibuja sus latidos
con los restos que dejan tus palabras.

Recuerda que los días
son solo días cuando tú los creas.

crave.


luz, más luz.


Demasiadas excusas
y demasiados muros creciendo entre nosotros.
Cuando aparto una piedra
tres o cuatro la suplen
y no sé si las fuerzas se me escapan
o que no soy Red Sonja,
pero me siento cada vez más triste
y empiezo a tener miedo.
Tú, desde la otra orilla,
eres mi única meta
cuando se caigan todas las exclusas;
pero no te molestes en empujar el muro.
No puedes ayudarme.
Las piedras brotan todas de mi lado.

idas y venidas.


encajes.


frío, mucho frío.


Si no puedes quererme,
regálame las hojas de este otoño
como una alfombra triste de verdes naufragados.

No lloraré, lo juro.
Los días van cansados de postales
y hace ya mucho tiempo que levanto
un castillo de lluvias para pasar diciembre.

Luego déjame sola. No preguntes.
Madrid no tiene nombres para los sentimientos.

Me entristece pensar lo que no digo:
los cientos de palabras
que se atropellan mudas en mi mente
cada vez que te tengo;
palabras que son vida
y son futuro
y son inspiración
y hasta son magia…
Palabras con tu cuerpo como meta,
con tu aliento, tus ojos y tus labios
como materia prima,
con tu alma
como esencia y motor,
con tus palabras
como verbos y como sustantivos.
No digo tantas veces tantas cosas…
Te miro y me entristezco, simplemente,
al no encontrar la forma, la poesía
del mar, de la montaña, de la noche,
de todo lo infinito…