mientras cierras la noche 20.


XX

Los hados se desbordan,
insistente delirio o madrugada,
y me obligan a amarte,
hombre siquiera,
incendiada caricia,
espiral de locura,
néctar inmaculado hasta el desorden,
extenuación remota.
Mas no conseguiré
arrancarte, indecisa,
el tacto de las alas
que meces en condena,
vivo arcángel,
y averiguarte un poco más humano.