Para Ada Cruz Labajo,
mi hadita bailarina,
my little love


Tú me llevas, princesa, hacia las nubes,
de golpe, como el mar, como la aurora,
flotando en este cielo sin estrellas.

Tú me lanzas, princesa, hacia el vacío,
hacia la nada llena de tu nombre,
hacia el alma de todo lo creado.

Cuando juego contigo soy la hoja
y tú la brisa azul que me rodea
como un hada de luz pequeña y rubia.

Baila y sueña, princesa, buenas noches,
yo esperaré despierta la mañana
y todas las mañanas de tu vida.

la esperanza.


y nada más.


guernica.

"La paz no ha comenzado"      SARTRE      
                 
                 
I

Sucumbido concierto de razones
bajo la voz atroz de otra bandera
desvelada o sumisa; recia hoguera
devastadora en vidas, en pasiones
                 
de penúltimo grito; corazones
entreabiertos, brutales, miedo fuera
la nueva babilonia y, sin espera,
llamas sin mar, hambrientos aguijones
                 
para la libertad, para la vida
lacerada de arcángeles. De muerte
asumiera el presagio, consumida
                 
en su ingrávida cruz estéril, fuerte
de soportar el peso de esta herida
abierta en el rencor. Guernica inerte.
                 
II

Abortada de brazos, piel sangrienta
ofrecida a otra luz, a otro consuelo
inútil. Como llama, como cielo,
la muerte de mirada firme, hambrienta,
                 
renace en desmesura. La placenta
de tierra en que se encierra tanto duelo,
millones de ojos es que, contra el cielo,
delatan su terror; ruge la afrenta
                 
en los recios silencios infinitos
de la conciencia amarga. Fue española
la ensordecida estría de los gritos
                 
abierta para todos; la amapola
extendida de sangre; los malditos
puñales del dolor. Guernica sola.
                 
III

Arraigada, viviente, sueño, lumbre,
palabra eterna: paz para mañana,
para hoy, para siempre, paz que mana
del alma rota. Paz para la cumbre
                 
del hombre mismo. Ansia, muchedumbre
abierta de terror, feroz ventana
de llanto roto... fue renuncia vana,
sajado pecho, ira, incertidumbre
                 
vuelta en dolor. Ajenos enemigos
imponiendo su báculo atrozmente
entre manos desnudas. Más castigos
                 
estigmando los huesos y la frente
del hombre ya sin paz. Ciegos testigos
enarbolando fe. Guernica hiriente.