XXIII
Aquel limón adúltero;
el encaje de nieve
ceñido a lo moreno del ocaso,
y el enigma del pubis de la luna
acrecientan el velo del deseo.
Y yo,
tras los cristales,
con la piel proclamando golondrinas
y menta entre los pechos,
disfrazada de música y arena,
clausuro los embozos
entre los que acaricio
tu pálido recuerdo cada noche.