Hoy he dicho tu nombre.

He elegido tu nombre,
entre todos los nombres que conozco,
para iniciar con él la letanía de palabras perfectas
que atraerán el milagro.

(Tu nombre es el conjuro más antiguo,
el poderoso tantra que me une a mí misma.)

He encontrado tu nombre
buscando el lado oscuro
de un corazón anclado en estrategias
y tácticas en verso.

(Tu nombre, en realidad, es un poema:
la más bella de todas las palabras,
de todos los silencios,
de todas las sonrisas.)

Ahora beso tu nombre
y se me escapa el alma en cada letra,
en las sílabas vivas que pronuncian tu cuerpo
y en todo lo que eres.

(Tu nombre es el amor que nunca digo
y el milagro que espero. Desde nunca.)