Cuando duermo a tu lado,
el orden se hace firme,
impermeable
al miedo y a la duda
y todo se resuelve muy
cerca de tus ojos.
Cuando tengo tu alma
cercada por mis brazos,
se silencia el bullicio
de las lágrimas,
muere la soledad
desvanecida
y esa sombra marchita que
me puebla
se aleja de mi lado.
Tu calor o tu aliento
envolviendo la noche,
tu piel que me encadena
al infinito,
tu pecho inaccesible y
tan eterno
y todo suspendido en el
instante
de hacer carne el amor,
como un milagro.
Poder posar mis sueños en
los tuyos,
repasar tus fronteras con
mis labios
y esperar un mañana más
perfecto
que me confunda en ti sin
más derrotas
y sin más despedidas.