S.Y.
Si pudiera llamarte, si tuviese
el número del mundo en el que habitas,
te diría al oído que tus labios
son rompientes de mar donde se estrella
el deseo nocturno de mi boca;
que mis labios recogen de tus ojos
la brisa y la derraman por tu cuerpo
en destierros de vértigo insondable;
te contaría cómo, cada noche,
tu pecho se hace duna entre mis manos
y tus muslos la orilla, la frontera
en la que mis cabellos se derraman.

Si pudiera llamarte, te hablaría
del más febril de todos mis secretos.