Limonada y horizontes

Te debo muchas noches que no hemos compartido,
muchas tardes pensando en el trabajo
y mañanas de prisas y de agobios.
Te debo mil palabras, mil versos, mil canciones,
todo lo que he sentido,
todo lo que he esperado más allá de los sueños,
más allá de esta casa que nos puebla,
de este sillón, de toda la costumbre
que solemos llamar monotonía.
Te debo la amistad,
te debo el miedo
de conjurar la ausencia de tus brazos.
Te debo el hoy, el antes y el mañana
de una noche sin nombre ni principio
que hilvanará este agosto en mi conciencia.