… Y muéstrame el paisaje
de tus besos ardiendo por su espalda,
de tus manos rozando sus caderas,
de tus labios abriendo travesías
por su cuerpo desnudo.

Muéstrame las palabras con que invocas
el más íntimo arpegio y el más bello;
la secreta sonrisa de las noches
que pasarás con ella.

Ofréceme tu piel delimitando
su frontera perfecta;
tu mano acariciando su mejilla,
tus ojos enmarcados en sus ojos,
tu pelo derramado por la almohada
y tu voz escalando por su cuello.

Enséñame tu amor y esos momentos
que nunca he de vivir,
que tanto hieren,
mientras cierro los ojos y te lloro
desesperadamente, torpemente,
desde el temblor más frío de este invierno.