Llueve febrero a ritmo de distancia
y le pongo tu nombre a cada calle
que me recuerda a ti,
que me dibuja
el mapa más exacto de tu ausencia.
Pero esta lluvia triste,
este vacío,
estos pasos cansados de perderse,
me invitan a tu cuerpo en esta noche
en que mi cuerpo niega la derrota
del alma contra el tiempo y sus secuaces.
Podrá llover febrero todo el año,
podrán anclarse arrugas en mis versos
y yo seré feliz
porque tú existes.