Amanecen los días con los
escaparates
de estas calles ancladas en
olvidos.
Naufragan corazones en los charcos
que pisan nuestros pies
junto a las horas
junto a las esperanzas y los
sueños.
No me gusta Madrid. Las ilusiones
deshabitan los cuerpos escindidos,
los nombres olvidados,
las estatuas
y esta esquina que alberga mis
recuerdos.
Mis sonrisas anuncian despedidas
y tal vez un viaje
a la línea que nombra mi
horizonte.