A Rocío Fernández de Oñate


Cada vez que sonríes,
Madrid desnuda todos sus portales,
adormece la escala de sus grises
e inventa más colores
para hablar de tus ojos.
Las calles se desvisten de edificios,
las personas descubren
que hay diferentes formas
de andar cada avenida, cada calle
y todos los semáforos parecen
improvisar tus pasos.
Tu luz se envuelve en todo, tu sonrisa
ilumina farolas como estrellas
y el tiempo sólo existe en los relojes.