1999

A lo mejor un día
el mundo se convierte en un paisaje
sumergido en la magia,
donde un acantilado,
desprevenido y mudo,
evoca fieramente los silencios
de este sordo deseo de abrazarte
y de sentirte vivo.

A lo mejor un día
el mar se vuelve en lecho y nos invita
a destrozar el tiempo entre sus olas,
a recorrer tu cuerpo sin el miedo
de ser reconocidos y
a desear tus manos
en mi cuerpo
que siempre será tuyo.

A lo mejor un día
mi alma se desnuda a tu desnudo
de piel reconocida
para ascender, nocturna, hasta tu boca
o descender, abierta, hasta tu noche.

A lo mejor un día,
más allá de los soles y las lunas,
buscaré en tus palabras el deseo,
temblaré en tu cintura,
entre tus piernas,
y, acompasada al ritmo de tu pecho,
me cubriré por siempre con tus brazos.