A veces voy sonámbula de sueños
a la luz de las sombras;
de bandadas de sombras entreabiertas
que me llaman del fondo de la nada.
A veces voy perdida en los segundos,
chocando contra el tiempo una y mil veces
y no encuentro una puerta,
una almohada,
unos ojos
donde posar mi llanto.
A veces silba solo la tristeza
en la esquina gastada de la tarde
y prefiero la muerte.
Y no consigo, a veces,
presentir una luna entre mi pelo
o tu amor en mi oído
o tu presencia viva por mi sangre.

Pero sigo esperando, como siempre,
en el lento desfile de la noche,
tu cuerpo o tu caricia
y esos besos,
a veces tan lejanos,
que tan confusamente me enlazaban
al más bello arco-iris
y a todas las palabras de la historia.